domingo, 10 de diciembre de 2017

En ocasiones siento que me voy a morir

Historia de un ataque de pánico


Los ataques de pánico, también llamados crisis de angustia, son reacciones fisiológicas provocadas por la ansiedad, en las que durante un tiempo relativamente breve, del orden de minutos, se desencadenan sensaciones corporales de sudor frío, hiperventilación y taquicardia, entre otras, acompañadas de pensamientos de desesperación y en ocasiones de sentir que vas a morir.

Estos ataques les ocurren a muchísimas personas y tienen una causa evolutiva.


Voy a intentar no ser muy técnico, pero tengo que explicar algunos conceptos de partida.
Aunque nos creamos muy distintos a los animales, nuestro cerebro es muy similar. Y una de las similitudes son los mecanismos de lucha y huida. Cuando un animal se enfrenta a un peligro activa un circuito cerebral al que se denomina sistema simpático (es un nombre que parece tonto, pero es uno de los sistemas más importantes de nuestro sistema nervioso). Ese sistema conecta el cerebro con las vísceras y las prepara para generar energía de forma rápida y efectiva, sea para escaparse o para pelear. Aumenta el ritmo cardiaco y nos hiperventila para que la sangre tenga más oxígeno y pueda proporcionar energía a nuestra músculos rápidamente, constriñe nuestros vasos sanguíneos externos, para que en el caso de recibir heridas sangremos menos, y dilata nuestras pupilas para que tengamos más capacidad de ver los detalles.
Es un mecanismos sumamente eficiente… para huir o luchar, pero ¿para que le sirve al ser humano del siglo XXI? Es una pregunta capciosa, porque efectivamente tiene utilidad también hoy en día, pero una utilidad que poco tiene que ver con la función evolutiva que tiene en los animales.

Vamos a otro tema, pero no os olvidéis del sistema simpático, que volveremos a él en breve.

Hay un término psicológico al que denominamos indefensión aprendida y que es lo siguiente que tengo que explicaros.
Supongamos que a un animal se le presenta una situación de peligro y se le impide huir ni luchar. La primera vez ese animal busca frenéticamente una forma de escapar. La segunda también. Y la tercera. Pero si se repite las suficientes veces la misma situación, el animal llega un momento en que simplemente se queda petrificado, incapaz de responder de ninguna forma al peligro. Hasta tal punto que si ponemos de nuevo a ese animal ante ese peligro, pero en esta ocasión sí que le permitimos pelear o huir ya no lo hace. Ha aprendido que no hay escapatoria y ya no es capaz de reaccionar a ese peligro aunque ahora se los permitamos.
Esto fenómeno no ocurre solo con animales, los seres humanos también sufrimos de indefensión aprendida… y muchísimo más que cualquier animal.

Si estamos en el trabajo y nuestro superior nos increpa injustamente, ¿qué hacemos? habitualmente aguantarnos.
Lo mismo podemos decir de cualquier caso en el que intervenga una persona con autoridad sobre nosotros. Incluso de personas iguales, pero ante las que nos contenemos por cuestiones sociales o de convivencia.
Eso es indefensión aprendida.
Desde niños, cuando se nos enseña a vivir en sociedad, se nos impide huir o pelear.
Nuestro sistema sináptico se activa para nada.

Así que un ataque de pánico es una manifestación de la activación simpática en un momento dado, en un contexto de indefensión aprendida.
La hiperventilación y la taquicardia son para que huyamos de una situación de la que no podemos escapar.
La vasoconstricción que produce la sensación de frío en nuestro cuerpo es para que no sangremos de una herida que no vamos a recibir.
La dilatación de nuestras pupilas que nos hace ver nuestro alrededor con detalles inusitados y casi a cámara lenta es para que descubramos los movimientos de un depredador que no existe.
Y nuestra consciencia, que no entiende la reacción absurda del cuerpo, piensa que o estamos locos o nos vamos a morir, ya que si el peligro no viene de fuera debe venir de dentro.

Hay mucho más que hablar sobre el tema, ya que no he comentado los desencadenantes del ataque de pánico, pero eso será en otra ocasión.


No hay comentarios:

Publicar un comentario